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Que uno sea convertido al Islam,
o musulmán que,
en la
aventura peligrosa de la vida,
después de haber perdido demasiado
de su bella
religión,
vuelve a su verdadera Casa,
el Corán y la Sunna,
conociendo a su vez
una especie de re-conversión...
Que uno sea lo uno o lo otro,
a partir del momento
en que
la Verdad se nos manifiesta en todo su esplendor,
después de haber estado
demasiado tiempo escondida,
desconocida, dormida...
Cuando se descubre la Recta Vía,
cuando se está dispuesto
a liberarse del propio peso,
por medio del arrepentimiento sincero,
cuando los
sentidos se aclaran...
Cuando hacemos el gran salto, de la oscuridad a la Luz...
Cuando ningun foso nos separa de la Guía...
Cuando pasamos del antes al después...
Nos encontramos literalmente transformados por el Islam.
Cambiamos de piel, renacemos.
Y cuando echamos un vistazo a nuestro pasado,
ni siquiera
nos reconocemos a nosotros mismos.
Aunque en el fondo de nuestro corazón
siempre
haya estado nuestro amor por Allah,
ahora comienza a florecer...
Y aunque somos los mismos,
en realidad somos diferentes.
Cambiamos para volvernos mejores,
nos disponemos a
recibir dones excelentes.
Nos volvemos esos extranjeros,
que nunca dejan de
sorprender,
e incluso a menudo
nos sorprendemos de nosotros mismos.
Nos sentimos extranjeros
aferrados en cuerpo, alma y espíritu
al Libro de Allah
y al ejemplo de Su Mensajero
(aleyhi salat wa salam).
Y a pesar de las pruebas de la vida,
somos más felices
que nunca,
¡la vida es hermosa!
Y la vivimos plenamente en el ámbito de lo halal.
Y sabemos que no hay un Bien mejor sobre esta tierra,
porque no se acaba,
porque no perece,
porque está hecho para durar en el Más
Allá.
¡Al-Hamdulillah!
Que Allah nos guíe a todos.