Se cuenta que un hombre
solía rezar siempre en primera fila en la mezquita. Un día llegó tarde, asi que
tuvo que rezar en la segunda fila.
Al sentirse a disgusto cuando la gente lo
veía en la segunda fila entendió que la satisfacción interior que sentía cuando
rezaba en la primera fila era debida a que la gente lo observaba y lo admiraba
por ello.
“Diles: ¿Queréis que os informemos de quiénes son los más perdedores
por sus obras? Aquellos cuyos afanes se malograron en la vida mundanal mientras
creían haber obrado el bien”.
Coran 18, 103-104
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