Había un maestro no creyente
que tenía un esclavo musulmán.
Un día iban caminando juntos
cuando pasaron
cerca de una mezquita.
El esclavo dijo a su maestro:
- Déjame entrar en la
mezquita para hacer dos raka’ats.
El maestro respondió:
- Ve y haz tus dos raka’ats,
yo te esperaré fuera.
El esclavo entró en la
mezquita y,
como tardaba más de lo previsto,
el maestro se asomó dentro
y le
dijo que saliera enseguida.
Pero oyó al esclavo decir:
- Lo siento pero no puedo
salir.
- ¿Y qué es lo que te impide
salir?, preguntó el maestro
- El mismo que a ti te impide
entrar, respondió el esclavo.
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