Cada latido de tu corazón es una invocación a Allah.
Cada movimiento de tus párpados, de tus cejas,
cada parpadeo de tus ojos es una posternación a Allah.
Cada movimiento involuntario de tu cuerpo,
cada escalofrío de alegría,
de pena o de miedo,
es un recuerdo de la esperanza
y del temor reverencial inspirados por Allah.
Cada suspiro exhalado,
cada respiración,
es ya un murmullo de tu fe en Allah.
Pues es El quien te ha dado la vida
y es El a quien estás sometido.
Cada murmullo de tus labios
debe preceder la invocación de Su Nombre.
Y todos tus deseos deben mirar unicamente a complacerlo.
Pues dondequiera que estás,
hagas lo que hagas,
Allah está contigo y no te abandona.
Y si hoy tu ser y tu fe están a salvo,
en este mundo lleno de peligros,
sano y salvo, si,
como tu lengua está a salvo entre tus dientes
que no le causan ningún mal,
es siempre gracias a Allah.
Adórale pues a cada instante,
con tu persona, tus palabras, tus acciones.
Porque El te ama, te ha buscado,
ha querido que lo conocieras,
sacándote de la ignorancia,
preparándote para la felicidad...
No Le olvides nunca, y no te alejes nunca de El,
pues no hay desgracia más grande que alejarse,
separarse…y que El nos abandone…que Allah nos guarde siempre.
A Allah pertenecemos y hacia Allah será nuestro retorno.
(Inna lillahi wa inna aleyhi raji’un)
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