La oración comporta una imagen exterior y un espíritu.
Su imagen exterior es la adoración de los miembros y su espíritu es la adoración del corazón, esto es, una gimnasia espiritual y corporal, que ilumina el corazón y el rostro del practicante con las luces divinas y por ella se eleva su espíritu, que es el vínculo entre el siervo y su Señor.
El hecho de practicarla es uno de los mayores signos de la fe y el más significativo de los ritos religiosos, es la prueba más evidente del agradecimiento a Dios por sus incontables gracias.
Su descuido es una ruptura con Dios y privarse de su misericordia, de su desbordante gracia y de su benevolencia ilimitada. Es, también, una negación de su generosidad y merced.
La oración correcta es el remedio eficaz de los males del corazón y de la corrupción del alma, así como la luz que disipa las tinieblas de los pecados y las culpas.
Abu Hurayrah, Allah esté complacido con él, dijo:
Escuché del Mensajero de Allah, la paz y las bendiciones de Allah sean con él:
"Pensáis que quedaría alguna suciedad en alguien, ante cuya puerta pasa un río, en el que se baña cinco veces al día?" Ellos dijeron: "Ciertamente no quedará nada de su suciedad".
El dijo: "Es como las cinco oraciones, con las cuales Allah borra todos los pecados".
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