La buena acción es un buen
árbol
que necesita de riego y cuidados
para que sus raíces se afiancen,
crezca
sano y fuerte,
y pueda dar sus frutos.
El musulmán debe cuidar sus buenas
acciones,
debe ser constante en ellas,
no ha de ser negligente
y ha de ir
siempre hacia delante,
una a una, con constancia y sin pausa.
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