miércoles, 28 de mayo de 2014

Había una vez...

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Había una vez un rey que tenía un solo ojo y una sola pierna.
Pidió a todos los pintores que le pintaran un bonito retrato. 
Pero ninguno de ellos pudo hacerlo, 
¿cómo iban a pintar un bonito retrato de alguien con similares defectos?...

Sin embargo uno de los pintores aceptó 
y pintó un clásico retrato del rey. 
Era una pintura fantástica, que sorprendió a todos...
retrataba al rey preparado para cazar, 
apuntando con un ojo cerrado y una pierna doblada...


¿Por qué no podemos pintar retratos asi para los demás, 
escondiendo sus defectos y exaltando sus virtudes? 
Si escondemos los defectos de los demás, 
Allah Ta’ala esconderá los nuestros.


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