martes, 15 de noviembre de 2011

La Grandeza de Allah


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Ibn al-Qayyim ha descrito la Grandeza de Allah de la manera más bella:

El controla los asuntos de todos los reinos. Ordena y prohíbe, crea y da provisión, da la vida y da la muerte. Eleva a unos y rebaja a otros, alterna el día y la noche, concede los días (buenos y menos buenos) a los hombres por turnos, hace que unas naciones se eleven y otras caigan, para que unas emerjan y otras desaparezcan. Su poder y Su decreto alcanza los cielos y la tierra, por encima y por debajo, los océanos y el aire. Tiene conocimiento de todas las cosas y sabe el número de todas las cosas.

Oye todas las voces, y no confunde unas con otras; las oye todas, en sus diferentes idiomas y con sus distintas súplicas y peticiones. Ninguna voz lo distrae de escuchar otra voz, no confunde sus peticiones y nunca se cansa de escuchar las súplicas de aquellos que le necesitan. Ve todo lo que es visible, incluso una hormiga negra en una piedra negra en la noche oscura.

Ve lo invisible y conoce todos los secretos. Todos los que viven en los cielos y en la tierra le piden sus necesidades.

Cada día tiene asuntos que llevar a cabo (conceder a unos el honor, a otros la vida, a otros la muerte).

“A Él le piden todos los que están en los cielos y en la tierra. Cada día, Él está en algún asunto”. Coran 55, 29

Perdona los pecados, alivia el sufrimiento, hace al pobre rico, guía al que esta perdido, alimenta al hambriento, viste al desnudo, perdona las faltas, libra de alguna aflicción, da paz y sosiego.

Da el dominio a quien quiere y se lo quita a quien quiere.

Si todos los habitantes de los cielos y la tierra, desde el primero al último, hombres y genios, fueran tan devotos como el más devoto de todos ellos, esto no aumentaría Su Soberanía en un ápice; y si todos ellos, desde el primero al último, hombres y genios, fueran tan injustos como el más injusto de todos ellos, esto no disminuiría su Soberanía ni en un ápice.

Si todo lo que existe en los cielos y en la tierra, hombres y genios, vivos o muertos, animados o inanimados, se reunieran en un lugar y le pidieran y El les concediera todo lo que piden, esto no mermaría todo lo que posee ni en un ápice.

El es el Primero, antes del cual no hay nada, y el Ultimo, después del cual no hay nada, que sea exaltada Su Majestad.

El es el Unico que merece ser adorado, el Unico que merece ser recordado, el Unico que merece ser agradecido. El es el más Compasivo, el más Generoso, el Unico dios que existe, sin comparticipe ni asociado, Aquel que no tiene rival, el Autosuficiente, que no tiene hijos, el Altísimo, y no hay nada como El.

Todo perecerá salvo su rostro, “No hay dios sino Él, todo perecerá excepto Su faz” (Coran 28, 88), y todo se desvanecerá excepto Su Soberanía.

No es obedecido sino con su permiso y no es desobedecido sino con Su permiso.

Si es obedecido, muestra Su Satisfacción, si es desobedecido, perdona.

Cada castigo Suyo es justicia y cada bendición Suya es gracia.

Los corazones no pueden esconderle nada, pues conoce todos los secretos.

Su recompensa es una palabra y su castigo es una palabra:

“Realmente cuando quiere algo Su orden no es sino decirle: Sé, y es”. Coran 36, 82

(Al-Wabil al-Sayib, p. 125)


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